Modelos del proceso de
la comunicación
Donde quiera que la comunicación se produzca es posible reducirla, o al menos
eso han pensado los que se han aventurado en la construcción de modelos, a unos
componentes básicos que, modificados sustancialmente o no, siempre van a estar
presentes. Es necesario aclarar primero que tales modificaciones surgen de la
concepción de comunicación de la que se parta; como transmisión de información,
como medios de comunicación social, como acto de significación, como procesos
lingüísticos…
De manera muy general se puede afirmar que la comunicación es un proceso
mediante el cual se transmite información a un destino. Podríamos hablar
entonces de comunicación como trasvase de información de una máquina a otra.
Basta con que, desde una fuente de información, un transmisor pueda emitir una
señal a través de un canal a un receptor que la reconvierta en un mensaje
decodificable para un destinatario mediante un código.
Veamos el Modelo matemático de la comunicación de Claude Elwood Shannon de
1948:
La propuesta de Shannon dejó huella en los estudios de la comunicación. Fue
hecha desde la ingeniería de las comunicaciones y es fundadora de lo que se
conoce como Teoría matemática de la comunicación o Teoría de la información,
tendencia de profunda significación para los planteamientos posteriores. En
este planteamiento lo central es la eficacia de la transmisión de mensajes y la
noción de comunicación de la que se parte ha sido expuesta por Warren Weaver
(en Smith, 1981:20) como “los modos mediante los cuales un mecanismo afecta a
otro mecanismo”.
Este modelo, mejor conocido como el Modelo de Shannon y Weaver, debe este
nombre a la unión del de su creador y el de su divulgador y comentador, Warren
Weaver. Surge en el contexto de las primeras indagaciones cibernéticas, y ha
influenciado, como se verá, gran parte de los modelos posteriores al señalar
los elementos y procedimientos básicos de la comunicación. Dicho modelo fue
dado a conocer en un artículo en The Mathematical Theory of Communication,
editado por la University Illinois Press.
Este modelo contiene los siguientes elementos: fuente de información, mensaje,
transmisor, señal, fuente de ruido, receptor, destino. Pero la presencia del
mensaje y la posibilidad de que sea transmitido suponen otros dos elementos:
canal y código. Este modelo puede ejemplificar la comunicación entre dos
máquinas. Partamos de aquí, y ahora veamos en qué consiste cada uno de estos
elementos, cómo funciona el proceso y en qué medida se modifica cuando
involucra seres humanos.
Los elementos del Modelo de Shannon y Weaver
Fuente de información
Una fuente de información es la que genera el mensaje al escoger, de un
conjunto de datos, aquel que se desea transmitir. La fuente opera con
información. Weaver (en Smith, 1981:25) entiende como información “la medida de
la libre elección de un mensaje”.
Por oposición al transmisor la fuente es conocida también como emisor. Cuando
la fuente elige un dato de un universo de información, cuando selecciona un
acontecimiento de un conjunto de acontecimientos comunicables, lo que escoge es
una unidad de información. En términos lingüísticos un fonema (unidad mínima de
sonido articulado) podría ser el equivalente de una unidad de información, ya
que es una unidad distintiva mínima dentro del sistema de la lengua y mediante
la combinación de ellas se pueden estructurar enunciados.
Mensaje
El mensaje en esta teoría es el dato o conjunto de datos a transmitir. El
mensaje surge de la selección de posibilidades en un conjunto de combinaciones
simbólicas posibles. Un semáforo, según tiempos estipulados, emite
alternativamente mensajes seleccionados en cada caso. El mensaje se compone de
un número específico de unidades de información seleccionadas.
Transmisor
El transmisor es el que codifica el mensaje en un sistema de señales adecuadas
para ser transmitidas por un determinado canal.
Señal
La señal se considera un signo o un símbolo de un sistema convencional de
codificación como, por ejemplo, la luz de un semáforo.
Fuente de ruido
Según este modelo es en el canal donde existe mayor riesgo de que una fuente de
ruido incida. El ruido es la interferencia que puede distorsionar una señal
modificando la forma del mensaje que se desea transmitir. Para disminuir la
posibilidad de ruido se recurre a la redundancia del código, es decir, a la
posibilidad de que éste multiplique el número de señales para un único mensaje,
situación que si bien reduce la cantidad de información, también aumenta la
probabilidad de que el mensaje transmitido sea específicamente el recibido.
Receptor
Es el que recibe la señal y la convierte al código original del mensaje para
que sea percibido por el destino.
Destino
El destino es el ente al que va dirigido el mensaje.
Código
El código es un conjunto simbólico de unidades limitadas en número y en cuanto
a reglas de combinación pero que puede producir infinitas estructuras. Una
lengua es un código cuyas unidades, combinadas según especificaciones
convencionales puede, potencialmente, producir infinitos enunciados. La
presencia del código en la comunicación reduce considerablemente las
posibilidades aceptables de mensajes transmisibles, de manera que aumenta la
eficacia del proceso.
Canal
El canal es el medio por el cual transita una señal desde el transmisor al
receptor.
Explicación del Modelo de Shannon y Weaver
Una fuente de información selecciona de un conjunto de hechos comunicables
aquel que se quiere transmitir; esto es lo que se entiende por información en
este modelo. La información no coincide con la noción de significado, sino que es
una unidad elegida de una totalidad comunicable. A continuación la hace llegar
al transmisor, el cual opera sobre ella y la convierte en una señal física, es
decir, transmisible y percibible por el receptor. Al verter la información en
un código, aplica un conjunto de reglas prefijadas por un sistema común al
receptor, que reconvierte la señal al código original del mensaje, el cual es
recibido por el destino, es decir, aquel a quien va dirigido el mensaje o
información codificada. Pero para llegar al destinatario la señal debe circular
por algún medio físico, éste es el canal y es en él donde puede haber
incidencia de ruido. Es posible que en la circulación desaparezcan o se
distorsionen elementos originalmente transmitidos por la fuente, o se añadan otros.
Pongamos, por ejemplo, el caso de la radio. Un locutor selecciona la
información y emite un mensaje por un aparato transmisor, un micrófono. Éste
transforma el mensaje en una señal de ondas que viajan al aparato receptor
desde el cual el radioescucha o destino lo recibe transformado nuevamente en
lenguaje articulado.
Este proceso es básicamente igual cuando dejamos atrás la mediación de las
máquinas y ponemos seres humanos en los extremos del modelo. Básicamente igual,
pero no más simple.
Un modelo elemental de comunicación humana lo tenemos en dos sujetos que
sostienen un intercambio oral. En este caso un hablante emite un enunciado, es
decir, una secuencia de palabras con sentido. Aquí la fuente y el transmisor
coinciden en el hablante, quien codifica un mensaje al realizar el acto
lingüístico. Organiza la información según las reglas de un código (lengua) que
sea común al destinatario para que la comunicación se realice con éxito. Para
transmitir la información utiliza un código de signos sonoros que viajan en
ondas por el aire (canal) hasta el aparato receptor (oído) del destinatario,
quien decodifica el mensaje, pudiendo emitir una respuesta, lo cual se conoce
como retroalimentación del proceso.
Como hemos visto, la comunicación es, básicamente, un proceso de interacción e
intercambio de mensajes. Su estudio ha sido abordado desde muy distintas
perspectivas disciplinarias. De la comunicación se han ocupado la teoría de la
comunicación, la ingeniería de comunicaciones, la etnografía de la comunicación,
la etnolingüística, la sociolingüística, la semiótica, la pragmática, la
psicolingüística, la didáctica de la lengua, entre muchas otras disciplinas.
Los primeros estudios modernos sobre la comunicación surgieron en los años
veinte y treinta y tenían en común la preocupación por los medios como
influenciadores sociales. El contexto científico de la época, marcado por el
auge del conductismo, propiciaba la concepción de este fenómeno dentro de un
esquema de estímulo-respuesta, que parecía poder resolver distintas incógnitas
de la conducta humana. Ya en 1948 se publica el modelo conocido como la Fórmula
de Lasswell, creada por Harold D. Lasswell en el contexto de la psicología
política y que afianza los estudios de los medios de comunicación de masas. El acto
de comunicación en este modelo es unidireccional y se centra en las preguntas
“¿Quién dice qué, en qué canal, a quién y con qué efecto?” (Rodrigo, 1989:39).
Esta fórmula plantea el análisis de distintos ámbitos en la comunicación de
masas: medios de control de la información, contenido de los mensajes, medios
de comunicación, audiencia y efectos. La concepción de la comunicación social
presente en este modelo es la del poder que puede ejercer aquel que tiene el
control de la información, mientras que la participación de la sociedad como
destinatario es absolutamente pasiva y se limita a sufrir los efectos, postura
que está en consonancia con el contexto de conocimiento de la época.
Por otra parte, en 1954, después de la decisiva intervención de Shannon que ya
hemos comentado, Wilbur Schramm, un importante representante de la Mass
Communication Research y recopilador de los estudios de los fundadores de tales
estudios, da a conocer una serie de modelos que tratan de explicar los efectos
de los medios de comunicación en los destinatarios de manera esencialmente
distinta a la de Lasswell, empezando por reconocer a la sociedad como posible
emisor que afecta a los productores y controladores de la información.
Asimismo, en 1963, Gerhard Maletzke expone un modelo que entiende el proceso de
la comunicación desde la psicología como un sistema de interacción de factores
que concurren activamente en el proceso hasta hacerlo sumamente complejo.
El interés por el estudio de la comunicación como fenómeno social en el
presente sigue teniendo notable fuerza, sobre todo a la luz de los diferentes
desarrollos tecnológicos que median. Si bien hemos reseñado algunos de los
aportes definitivos para la comprensión del tema, esto no indica que las
propuestas acaban aquí sino que hemos querido ilustrar por lo menos una parte
mínima del más importante desarrollo de tales investigaciones. Incluiremos aún,
como planteamiento reciente y por parecemos sintetizador de muchos aportes, la
propuesta de Miguel Rodrigo Alsina (1989) con su Modelo sociosemiótico de la
comunicación, en el cual integra postulados de la semiótica, nociones de los
estudios culturales y la pragmática. Su modelo relaciona los aspectos de la
producción, circulación y consumo de bienes de información y en él todos los
factores son modificadores activos del sistema. En cuanto a las exploraciones
exclusivamente lingüísticas sobre el tema, inmediatamente las comentaremos.
En 1960, paralelamente a los estudios de la información, uno de los integrantes
del Círculo Lingüístico de Praga, Roman Jakobson, da a conocer un modelo de
comunicación que da cuenta de la lengua como sistema funcional producto de la
actividad humana. Para Jakobson, y para los exponentes de la tendencia
funcionalista, los propósitos esenciales de la lengua son la comunicación y la
expresión. Nos presenta la comunicación como un proceso dinámico desde el cual
emanan, según la construcción del mensaje, las funciones lingüísticas. El valor
de este aporte reside en haber mostrado la lengua como el sistema semiótico
primordial que sitúa, a diferencia de la teoría de la información, a la
comunicación como un procedimiento significante.
Agregaremos en lo siguiente sólo una propuesta más: la que recoge los aportes
de la pragmática lingüística. Es la de María Victoria Escandell Vidal (1993),
quien, en su modelo, concibe la comunicación lingüística como acciones
realizadas por seres humanos en contextos reales y documenta la multiplicidad y
dinámica de todo cuanto ocurre durante el proceso.
Cuando se habla de comunicación los distintos exponentes están de acuerdo en
algo: la comunicación es un proceso (fenómeno actualizado en fases) que
involucra, por lo menos, cuatro componentes básicos: un emisor, un mensaje, un
canal y un receptor. Los cambios terminológicos y la mayor o menor explicitud
de estos elementos y sus relaciones responden a la visión disciplinaria. Hay
que apuntar también que la selección de los modelos que se explicarán en la
siguiente parte es producto de la necesidad de ilustrar el desarrollo de los
estudios en el tema y de las posibilidades de comprensión del fenómeno que los
ejemplos ofrecen.
Algunos modelos del proceso de la comunicación
Se explicarán ahora algunos de los modelos reseñados anteriormente, lo cuales
constituyen una mínima muestra de los numerosos modelos que ofrecen los
estudios sobre el tema. Para ello haremos en cada uno una pequeña introducción
informativa, luego expondremos el modelo, posteriormente describiremos los
elementos que lo integran y, por último, se incluirá una explicación del
proceso. Necesariamente recurriremos al resumen y, en muchos casos a la
simplificación o la generalización, así como se aclararán en el momento
oportuno los aspectos desconocidos. El orden de aparición de los modelos no
siempre sigue el criterio cronológico, sino, más bien, metodológico: primero,
los de comunicación de masas y, luego, los de comunicación lingüística, puesto
que las reflexiones posteriores se centrarán en ella.
Modelo psicológico de la comunicación social de Gerhard Maletzke, 1963.
Gerhard Maletzke considera que los estudios de la comunicación social son parte
de la psicología social. Según este autor la comunicación se trata de un
proceso complejo que se consuma socialmente mediante relaciones e influencias
de los elementos que participan en ella. Gran parte de estos elementos son
inmateriales pues constituyen relaciones o procesos psicológicos en y entre
factores físicos. Maletzke establece seis relaciones relevantes para la
comprensión del modelo: entre comunicador y mensaje, entre el comunicador y el
medio, entre el comunicador y el receptor, entre el mensaje y el medio, entre
el receptor y el mensaje y, por último, entre el receptor y el medio.
El concepto de comunicación que sirve de base al modelo es el de comunicación
social: “...forma de comunicación en la cual los mensajes son transmitidos
públicamente... por medios técnicos de comunicación... indirectamente... y
unilateralmente... a un público disperso o colectividad” (Maletzke 1976: 43).
El modelo de Maletzke fue dado a conocer en Psicología de la comunicación,
libro del cual existe una edición en español de 1976. En nuestra exposición,
vista la complejidad y extensión del modelo, acudiremos al resumen y a cierta
simplificación.
Los elementos del Modelo de Maletzke
Comunicador
El comunicador es el individuo que transmite el mensaje a un público receptor.
El rol que desempeña está condicionado por una serie de factores que van desde
la imagen que éste tiene de sí mismo como agente del proceso (su personalidad, intenciones
explícitas e implícitas) pasan por la selección temática según la imagen del
receptor en el comunicador, las presiones que ejercen el programa y el tipo de
mensaje, las características técnicas del medio, hasta las relaciones sociales
en las que se inserta y la compulsión del público, que regula su papel de
acuerdo a una imagen que tiene del comunicador. Todo ello afecta la producción,
configuración y difusión de los mensajes. El comunicador orienta su forma de
presentación del mensaje dependiendo de las supuestas características de la
audiencia. Por otra parte, el público identifica al medio en su persona y
establece con él conexiones afectivas de aceptación, rechazo e, incluso,
idealización.
Mensaje
El mensaje es una producción comunicable que se configura según presiones
ejercidas por diversos factores: intenciones del comunicador, características
técnicas del medio, conformación de la audiencia, tipo de programa en el que se
inserta, orientación de propósitos (convencer, instruir, etc.), entre otros.
Medio de comunicación
Los medios de comunicación en este modelo se entienden como todos los medios
técnicos de transmisión masiva de mensajes. Su papel en el proceso es sumamente
importante, llegando a condicionar no sólo la forma de comunicar un mensaje,
sino además la selección de los temas, el tratamiento que se les da a éstos, y
qué conjunto de mensajes y en qué programas se transmiten. El medio de
comunicación busca lograr un efecto y una vivencia en el receptor ofreciendo
una imagen de sí mismo al público, el cual selecciona al medio según
condiciones psicológicas y sociológicas y se hace una representación mental
según su facultad imaginativa y la incidencia que los medios ejercen en ella.
Receptor
El receptor es un público disperso, es decir, una masa heterogénea sumamente
compleja que se ve afectada por la información de los medios. En el modelo de
Maletzke el receptor se hace una imagen del comunicador y los medios pero no
llega a interactuar con ellos directamente, a excepción de contactos
esporádicos. Su papel, en este sentido, se circunscribe a la decisión de elegir
ciertos tipos de mensajes o demostrar su preferencia por ciertos medios al
escoger en función de una oferta. Cada miembro del público se ve afectado por
casi todas las contingencias que afectan al comunicador: personalidad,
autoimagen, relaciones sociales, compulsiones... El público no debe entenderse
como un conjunto de individualidades, sino como entidad integrada que puede ser
homogénea o heterogénea. Los receptores establecen vínculos emocionales con el
comunicador y los medios: identificación, simpatía, rechazo, idealización,
proyección... Aunque también estas relaciones están en el orden de la
realización de actividades significativas para el sujeto, sean estas intelectuales,
afectivas, imaginativas o estéticas.
Explicación del Modelo psicológico de la comunicación social de Gerhard
Maletzke
Cuando un mensaje es transmitido por un medio de comunicación social se operan
en él distintas transformaciones orientadas a provocar un efecto, una vivencia,
en el receptor. Un comunicador produce un mensaje a partir de una información
base, configurándolo según ciertas determinaciones internas y externas y lo
difunde a través de un medio. El comunicador, además, debe prestar atención al
efecto que produce el mensaje al ser expuesto al público así como a las
respuestas espontáneas que este efecto pueda originar. Los medios de
comunicación, por su parte, adaptan el mensaje a sus características
tecnológicas e intereses, que inciden en el público desde la percepción del
mensaje a través de los órganos sensoriales, e inducen ciertos comportamientos.
Pero el proceso no es mecánico, sino que los receptores son activos y capaces
de seleccionar aquello que quieren que los afecte. Además, la oferta de los
medios es lo suficientemente amplia para permitir la elección. Tal elección,
sin embargo, no es arbitraria, sino que se ve condicionada por los factores
inherentes a la individualidad (personalidad, por ejemplo) y a la circunstancia
colectiva (sexo, clase social), además de la compulsión del medio que existe
como presión externa al sujeto y le influye creando una imagen.
Modelo sociosemiótico de la comunicación de Miguel Rodrigo Alsina, 1989.
Miguel Rodrigo Alsina concibe la comunicación como un proceso sociosemiótico
que se da en tres fases: producción, circulación y consumo. La producción de un
mensaje en este modelo es un hecho social condicionado por factores económicos,
políticos y culturales que inciden en las industrias comunicativas ajustando
los discursos y penetrándolos con ideologías.
En cuanto a la circulación de los mensajes, contempla un ecosistema
comunicativo en el cual interactúan los discursos producidos, se realiza la
selección de los mensajes y se genera la mediación simbólica entre la sociedad
y el estado.
El consumo de bienes de información, por su parte, es realizado por individuos
que poseen hábitos y vivencias diferenciadas según los contextos psicológicos,
económicos, culturales, entre otros.
Alsina integra en su modelo nociones de los Estudios culturales, la Semiótica y
la Pragmática. En este sentido, presupone un lector detrás de todo discurso. En
este modelo interviene un lector empírico social, es decir, un individuo real
miembro de una estructura social. Este lector actúa en un contexto específico
cuando consume bienes simbólicos. Sólo se describirán los elementos esenciales
para la comprensión de las relaciones fundamentales del proceso. El modelo
sociosemiótico de la comunicación fue desarrollado por este autor en el libro
Los modelos de la comunicación (1995).
Los elementos del modelo de Miguel Rodrigo Alsina
FASE DE LA PRODUCCIÓN
Condiciones político-económicas
Las condiciones políticas y económicas de una sociedad implican el desarrollo
de ciertas políticas de comunicación por lo general inducidas por los grupos
hegemónicos. Estas políticas inciden en las industrias productoras de
información, las cuales también pueden, mediante su influencia, modificarlas.
Industrias de la comunicación
Son las instituciones que generan los discursos de los medios de comunicación,
configurándolos según ciertos programas con forma, contenido e intención. Sus
características están muy relacionadas con los avances y tipos tecnológicos,
además de las relaciones económicas internas, pues se trata de empresas. Por
otra parte, en el seno de las industrias comunicativas existen también grupos
de presión que imprimen su ideología a los mensajes generados, así como una
lógica de las formas de producción comunicativa que aplica en dirección
contraria homogeneizando los productos.
La organización productiva
La organización de una industria comunicativa desempeña una labor en la que
destacan tres aspectos: la programación (selección de la información,
tratamiento, relevancia adjudicada, espacio de transmisión), relaciones
económicas (es un sistema empresarial que busca beneficios) y los
condicionamientos tecnológicos propios del medio. Por supuesto, no dejan de
tener importancia los factores circunstanciales, ya que una organización supone
un equipo de trabajo cuyos miembros deciden en función de variables y
contingencias no siempre controlables, lo cual implica una constante
negociación técnica e ideológica. Las instituciones productoras generan sus
discursos en la dinámica de una compleja red de relaciones sociosemióticas,
así, por ejemplo, entre un acontecimiento y una noticia media una fuente. Si la
fuente es un sujeto, éste apela a un discurso que es comunicado y luego
reestructurado según ciertas políticas comunicativas, económicas y sociales del
medio de difusión, que, además, determina la relevancia del acontecimiento
dentro de un conjunto de acontecimientos comunicables. Es también importante el
hecho de que las negociaciones dentro de una organización de este tipo tienen
presente al receptor como una entidad que condiciona la producción del mensaje.
Las organizaciones comunicativas, pues, inciden sustancialmente en las
representaciones sociales de la realidad.
Productos comunicativos
Los productos comunicativos son la consecuencia de las operaciones
sociosemióticas de la producción. Integran características técnicas y
estrategias discursivas. Las características técnicas influyen en la selección
de las informaciones por el medio y los receptores y dotan al mensaje de
ciertos rasgos que dejan su impronta en el tipo de representación. Las
estrategias discursivas, por su parte, se trazan considerando la imagen del
comunicador que se quiere crear en el receptor para la aceptación del mensaje,
las tipologías discursivas (programas informativos, recreativos, etcétera)
codificadas según el medio y el modelo del destinatario que se tiene
prefigurado según edad, sexo, gustos, intereses... Para la difusión de un
producto comunicativo normalmente se tiene en cuenta la segmentación de las audiencias
y esto orienta el mensaje. Se puede decir que la producción comunicativa
establece modelos de discurso, enunciatario y destinatario.
FASE DE LA CIRCULACIÓN
La intervención tecnológica
Los discursos difundidos por los medios de comunicación social son intervenidos
tecnológicamente. Los medios, pues, contribuyen a la forma en que construimos
nuestras representaciones de la realidad. Los mensajes que recibimos por los
medios son diferidos. Esta circunstancia produce un distanciamiento de los
acontecimientos que tiene consecuencias psicológicas. El mensaje, manipulado
por el medio, induce la toma de ciertas posturas ideológicas, además de crear
necesidades y hábitos. Los factores distorsionadores del medio también inciden
en la interpretación de los mensajes por los destinatarios y, a la inversa, la
posibilidad de la manipulación técnica del medio por parte del destinatario
influye en la continuidad y discontinuidad de los mensajes (en el fenómeno de
zapping o en los medios interactivos, por ejemplo).
El ecosistema comunicativo
El ecosistema comunicativo es el ámbito de interacción de los discursos
producidos. En él se realiza la selección de los mensajes y se produce la
mediación simbólica entre la sociedad y el estado. Se trata de un mercado en el
que se dan ofertas y demandas variadas en función de las diferencias
tecnocomunicativas de los discursos y las políticas de las distintas
industrias, por una parte, y, por otra, actúa una fuerza que tiende a la
homogeneización impuesta por la lógica de producción, circulación y consumo. El
ecosistema comunicativo es un espacio público denso y altamente competitivo, en
él la novedad de las estrategias tiende a transformar rápidamente todo el
ámbito.
FASE DEL CONSUMO
Situación precomunicativa
En la situación precomunicativa intervienen tres factores: contexto,
circunstancia y competencia comunicativa. El contexto en el que se da una
comunicación por medios es social y supone las variables económicas, políticas,
culturales, individuales y colectivas de cada grupo social. De entre estas
variables la cultura es muy importante para la interpretación del discurso de
los medios, que es simbólico por excelencia. La circunstancia es la situación
pública, grupal o individual que determina el uso de los medios y, por último,
la competencia comunicativa, que es un término tomado de la Gramática
Generativa Transformacional (2), comprende las capacidades de un individuo para
utilizar los sistemas semióticos que socioculturalmente le ofrece su entorno.
En la situación precomunicativa los usuarios de los medios realizan su
selección para el consumo.
Interpretación
La interpretación es una operación mediante la cual un individuo dota de
significado y sentido a un mensaje estructurado por signos de un código
específico. Si bien en la interpretación existe un elemento de libertad para el
destinatario, el mensaje también contiene de manera implícita y explícita las
instrucciones para su comprensión.
Audiencias
En este modelo no se concibe a la audiencia como masa, por ello se habla de
audiencias, en el sentido de una categoría de grupos sociales interactivos que
usan productos comunicativos en función de intereses y necesidades
particulares.
Efectos
La difusión de información por los medios de comunicación social produce
efectos en las audiencias, éstos son de tres tipos: cognitivos, emocionales y
conductuales. De ellos el último se incluye en el siguiente elemento: la
reacción. En cuanto al primero, se refiere al conocimiento, aptitud que se ve
favorecida en los individuos con acceso a los medios; a la relevancia para el
usuario de ciertos temas que han sido destacados por los medios en una relación
de causa-efecto y al silencio de los medios sobre ciertos aspectos de la vida
social que propicia el acallamiento de la opinión pública. En lo tocante a los
efectos emocionales, los medios de comunicación social influyen al establecer
modelos de comportamiento emocional que pueden ser masivamente difundidos,
actuando como un mecanismo de socialización secundaria para los individuos.
Reacción
La interacción con un medio de comunicación produce una reacción en el usuario,
que, en este modelo, se concibe como una conducta manifiesta. Los efectos
cognitivos y emocionales pueden dar origen a una reacción si se transforman en
conductas. Las reacciones pueden ser de un individuo, de un grupo o de la
opinión pública o institucional.
Explicación del Modelo sociosemiótico de la comunicación de Miguel Rodrigo
Alsina
Un suceso, recogido por una fuente, ingresa, en la fase de producción, a una
industria comunicativa asociada a un medio, digamos, un periódico. En este
medio un equipo de trabajo genera un mensaje intervenido y regulado de diversas
maneras en función de las condiciones socioeconómicas, las condiciones
tecnocomunicativas, las estrategias discursivas, entre otros factores. En
nuestro ejemplo el acontecimiento es una noticia, entonces la organización
podría decidir que tiene mucha relevancia para las audiencias y, en
consecuencia, determinar el tratamiento discursivo que se le dará (como convertirlo
en un reportaje extenso con fotografías y entrevistas a personajes autorizados
o prestigiosos) y el espacio y la ubicación que ocupará (atendiendo también a
razones económicas se puede determinar aumentar el tiraje de la edición). Este
mensaje, codificado de manera particular, es un producto comunicativo que entra
en la fase de circulación dotado de las características que el medio le ha dado
según el tipo de representación social que quiere lograr.
El mensaje, convertido en un producto comercializable, entra en la fase de
circulación. Cuando el producto circula se interrelaciona y compite con otros
discursos en el ecosistema comunicativo, interactúa con otros discursos
producidos por otros medios o por medios semejantes. Ante un acontecimiento que
provoca una crisis nacional, lo usual es que todos los medios le dediquen gran
parte de su programa cotidiano, lo que en general se hace acudiendo a
estrategias discursivas ya codificadas y que las audiencias pueden asimilar
fácilmente. No obstante, paralelamente, la competencia ejerce una fuerza
inversa que busca formas novedosas de presentación que estimulen la preferencia
de los usuarios. Por eso se habla de competencia entre diversos productos y
medios, pero también de que la lógica de la comunicación establece cierta
uniformidad. En la fase de circulación se opera la selección de los mensajes
por el usuario en una relación de oferta y demanda en la que es fundamental la
intervención tecnológica, como dispositivo que modifica las representaciones
sociales de la realidad(3).
Un usuario, o grupo de usuarios, en posición de interacción en el ecosistema
selecciona un producto de un medio particular para su consumo. Esto implica
activar un complejo sistema semiótico de interpretación, personal e
interpersonal, que constituye el uso del producto según el contexto, la
circunstancia y la competencia comunicativa, de modo que el usuario pone en
diálogo los discursos que darán origen a las representaciones sociales. El
consumo de un producto comunicativo produce un efecto cognitivo y emocional en
el individuo o grupo y, por último, si este efecto ocasiona una conducta, hay
una reacción.
Modelo de las funciones del lenguaje de Roman Jakobson, 1960.
En 1960 el lingüista Roman Jakobson, miembro del Círculo de Praga, publica un
ensayo titulado «Lingüística y poética» en el que expone su modelo de la
comunicación basado en los postulados funcionalistas. Este artículo aparece
publicado por primera vez en la compilación Style in Languaje realizada por
Thomas A. Sebeok para la MIT Press. Para el funcionalismo la lengua es un
sistema funcional producto de la actividad humana y sus propósitos esenciales
son la comunicación y la expresión. Jakobson nos presenta la comunicación como
un proceso con propósitos determinados por un emisor poseedor de intenciones en
cuanto a la recepción que quiere que se tenga de su mensaje. El mensaje
comporta la jerarquía de un haz de funciones según la conformación que le ha
dado su productor. Por ello, además de los elementos materiales presentes en el
modelo, hay un conjunto de elementos inmateriales que se generan en el contacto
del destinatario con el mensaje: las funciones. El modelo de Roman Jakobson
recoge la propuesta realizada por Karl Bühler en 1933, en la cual proponía tres
funciones del lenguaje en la comunicación: expresiva (mensaje enfocado en el
destinador), conativa (con énfasis en el destinatario) y referencial (mensaje
orientado al referente). Asimismo, remite al planteamiento realizado, bajo una
perspectiva semiológica, en 1936 por Jean Mukarosvsky, quien le agrega la
función estética (centrada en el mensaje) al modelo de Bühler. Jakobson, con
este modelo, demuestra que la lengua es el sistema semiótico fundamental:
"El sistema semiótico primordial, básico, y más importante, es la lengua:
la lengua es, a decir verdad, el fundamento de la cultura. Con relación a la
lengua, los demás sistemas de signos no pasan de ser concomitantes o derivados.
La lengua es el sistema principal de comunicación informativa". (1975:16).
Los elementos del modelo de Roman Jakobson
Elementos materiales:
Destinador
El destinador es un ser humano que ejecuta un acto lingüístico. Este destinador
posee la intención y la capacidad de organizar la información en un mensaje a
partir de las reglas de la lengua. El código del emisor debe ser, al menos
parcialmente, común al del destinatario para que el mensaje pueda ser
comprendido y la comunicación se realice con éxito.
Mensaje
El mensaje es una combinación de signos organizados en un enunciado, según las reglas
del código de la lengua, con el propósito de ser emitido a un destinatario a
través de un canal. La finalidad de esta emisión es que el mensaje sea
decodificado por el destinatario, determinando así la comunicación como una
relación social.
Destinatario
El destinatario es el sujeto a quien va dirigido el mensaje. Este sujeto se
encarga de interpretar el mensaje según las reglas del código lingüístico, así
como de determinar en la recepción la función predominante en el mensaje.
Código
El código se entiende en este modelo como una lengua. Un código de este tipo es
de unidades limitadas en su número y en sus reglas de combinación. Estas reglas
de combinación y funcionamiento son abstractas, y constituyen convenciones
sociales necesarias para la comunicación de los miembros de un grupo. El uso
del código supone el manejo de las reglas de la lengua en actos lingüísticos.
Contexto
Se entiende el contexto en este modelo como el conjunto de realidades físicas y
culturales a las que se puede referir un mensaje.
Contacto
El contacto se refiere tanto al canal físico como a la conexión psicológica que
hace posible la comunicación entre destinador y destinatario.
Elementos inmateriales:
El concepto de Función del Lenguaje según Jakobson
Se entiende como función lingüística en este modelo la relación que se
establece, por una parte, entre el destinador y el mensaje y que es originada
por la intención del emisor al construir un enunciado orientándolo hacia
cualquiera de los elementos del proceso. Por otra parte, la función también se
ve determinada en la recepción según la interpretación que hace el receptor.
Jakobson distingue seis funciones según la orientación del mensaje:
Función emotiva
Se centra en la actitud del emisor al ejecutar un acto lingüístico. Eco
(1972:160) señala que esta función también incluye la posibilidad del mensaje
de provocar respuestas emotivas.
Función estética
Se da cuando el mensaje llama la atención sobre su propia estructuración, ya
sea mediante su forma o a través de sus contenidos. Se dice que existe cuando
el mensaje se torna autorreflexivo. También se le llama función poética.
Función conativa
El mensaje solicita la atención del destinatario, es decir apela a él,
implícita o explícitamente. También se le conoce como función apelativa.
Función metalingüística
El mensaje en este caso interroga de alguna manera al código de la comunicación
o tiene como objeto otro mensaje.
Función referencial
Se da cuando un mensaje privilegia la comunicación de realidades físicas o
culturales. Estas pueden ser realidades que rodean la situación comunicativa o
afirmaciones puramente intelectuales. Es la más común en la comunicación
cotidiana y se le conoce también como denotativa o cognitiva.
Función fática
Llamada también de contacto, se presenta cuando el mensaje se orienta hacia la
verificación del funcionamiento de los canales físicos y psicológicos de la
comunicación.
Explicación del Modelo de Roman Jakobson
Un destinador codifica, según las reglas de una lengua particular (código), un
mensaje para que sea recibido e interpretado por el sujeto destinatario. El
mensaje codificado tiene un contexto, es decir, se refiere a algún asunto que
constituye una realidad cultural o física presente o evocada por el mensaje. Es
importante señalar que esto incluye realidades culturales, como productos de la
ficción e, incluso, la falsedad. El mensaje es recibido por el destinatario
gracias a la presencia de un contacto físico, que conduce el mensaje hasta los
órganos receptores del destinatario, y de un contacto psicológico, que
comprende la actitud de aceptación o rechazo del mensaje por parte del
destinatario y la capacidad de comprensión del mensaje recibido.
Al tratar este modelo la comunicación verbal, incluye en él la comunicación
oral y la comunicación escrita. A manera de ejemplo podemos, por ahora,
intentar la descripción de una situación en la que dos personas sostienen una
conversación: un destinador emite un enunciado con destino a otra persona.
Este mensaje estará compuesto de palabras combinadas según las
reglas de una lengua y tendrá una estructura determinada dependiendo del efecto
que el destinador pretenda causar en el destinatario: podría ser una orden y
estaríamos en presencia de la función apelativa; podría ser una precisión sobre
un término o el comentario de una novela y estaríamos ante la función
metalingüística; si se hablara del espacio físico en el que se realiza la
comunicación estaríamos frente a la función referencial; si el mensaje fuera
una rima se daría la función poética; si se tratara de un llamado sobre la
atención del oyente se realizaría la función fática; o si, por último, el
mensaje comprende la expresión emocional, o quiere causarla, estaríamos ante la
función emotiva.
El mensaje, pues, se estructura con una intención y se transmite por un canal
atendiendo a un contexto particular. Finalmente, conviene señalar que un
mensaje comporta casi siempre más de una función. El dinamismo entre la
producción y la interpretación viene dado por el establecimiento de jerarquías
entre las funciones que pueden determinarse en un mensaje. Al respecto dice
Jakobson (1975:17):
"...lo normal es que se dé un haz de funciones. Este haz no es una simple
acumulación, sino una jerarquía de funciones, por lo que tiene mucha
importancia saber cuál es la función primaria, y cuál la secundaria."
Modelo de análisis pragmático de la comunicación de María Victoria Escandell
Vidal, 1993.
El modelo de María Victoria Escandell Vidal está desarrollado en su libro
Introducción a la pragmática. Conviene señalar que el contexto en el que se
produce es el de los estudios que se ocupan del uso del lenguaje, en el sentido
de que tal uso es acción comunicativa. Al respecto precisa Graciela Reyes
(1990:17): “La pragmática estudia el lenguaje en su función de comunicación, lo
que equivale a decir que se ocupa de la relación entre el lenguaje y el
hablante”.
Por otra parte, la misma Escandell (1993:7) define la pragmática como una
disciplina que “...toma el lenguaje tal y como se manifiesta, es decir, inmerso
en una situación comunicativa concreta”.
El modelo de Escandell recoge y desarrolla las aportaciones que en este campo
han hecho algunos de sus más importantes representantes, incluyendo a
fundadores como John. L. Austin, autor de Cómo hacer cosas con palabras (1962)
y John Searle, autor de Actos de habla (1969). La presente propuesta parte de
la necesidad de complementar los estudios tradicionales de la lengua con una
visión dinámica de los hechos comunicativos concretos, lo cual impone la
inclusión de elementos materiales y relacionales que iremos explicando en su
momento.
Los elementos del modelo de María V. Escandell
Emisor
El emisor es un sujeto con intenciones, creencias y actitudes que produce una
expresión lingüística, poniendo en práctica su facultad de habla. El habla en
este modelo es la propiedad (física e intelectual) que hace posible la
expresión lingüística oral o escrita, es decir, la condición que permite a un
individuo convertirse en emisor. La situación de emisor tiene, por tanto, una
limitación temporal marcada por la enunciación y la dinámica de intercambio,
mediante la cual el destinatario pasa a ocupar el papel de emisor.
Destinatario
Por destinatario se entiende a una persona o grupo de personas con capacidad
interpretativa y no meramente receptora, a quien o quienes va dirigido el
mensaje. La condición de destinatario excluye a los oyentes fortuitos. Sólo se
considera destinatario a aquél que incide en la estructuración del enunciado
porque está presente en las miras del emisor.
Enunciado
Es la expresión lingüística que produce el emisor. Se considera una
modificación del entorno, ya que todo enunciado es una alteración cuya forma es
determinada por el código lingüístico (puede ser visual o auditiva en el caso
de la escritura o la oralidad, respectivamente). Por otra parte, al tratarse
este modelo de la comunicación lingüística, el enunciado no puede entenderse
como mensaje, ya que este último es susceptible de ser codificado en cualquier
tipo de código. La duración del enunciado es paralela a la condición de emisor
y constituye una unidad discursiva, es decir, una secuencia lingüística
concreta no coincidente con la oración o la frase, sino definida por la
dinámica de la interacción de acuerdo con el contenido semántico, la intención,
la adecuación y la efectividad comunicativa.
Entorno
El entorno son las condiciones espaciales y temporales de la situación
comunicativa. Se entiende en este modelo como condiciones materiales y no
culturales o psicológicas, las cuales forman parte del contexto de la
información pragmática.
Información pragmática
La información pragmática puede entenderse como el conjunto de las creencias y
conocimientos del emisor y el destinatario. Es un factor fundamental para la
práctica de la comunicación, ya que incluye tanto habilidades comunicativas
producto de la experiencia, como teorías y presupuestos que se formulan los
sujetos interlocutores en una situación comunicativa concreta.
Intención
La intención es un elemento de relación que se da entre la información
pragmática del emisor y el destinatario y su entorno. Dicha relación parte del
acto voluntario de un hablante de asumir el papel de emisor con un propósito
específico y depende de la habilidad de éste para producir un enunciado
efectivo y adecuado dependiendo del entorno y las presuposiciones comunicativas
que hace respecto al destinatario. La relación se completa con las operaciones
pragmáticas de interpretación que, en sentido inverso, aplica el destinatario
según su habilidad para descubrir las intenciones comunicativas explícitas e
implícitas del emisor.
Significado e interpretación
El significado es la información codificada en la expresión lingüística y es
determinado por las reglas del código. En cambio, la interpretación surge de
las operaciones pragmáticas ejecutadas por el destinatario sobre el enunciado.
Operaciones que implican el establecimiento de la relación entre significantes
y significados (decodificación) y la información pragmática que permite
recuperar la intención comunicativa del emisor. Se puede decir que la
interpretación surge de la conexión que hace el destinatario entre el enunciado
y la situación comunicativa al conjugar elementos verbales y extraverbales.
Distancia social
Uno de los factores que influye en la construcción de un enunciado es la
distancia del emisor respecto del destinatario, en tanto que miembros de una
estructura social. La distancia social puede establecer diferencias, por
ejemplo, en cuanto a léxico, ejercicio de la cortesía o el poder en una interacción
verbal.
Explicación del Modelo de María V. Escandell V.
Un hablante de una lengua produce un enunciado, una expresión lingüística con
miras a ser transmitido a un sujeto particular destinatario del enunciado. En
la producción del enunciado inciden una variada gama de factores como son la
intención implícita o explícita según el propósito que se quiere lograr en la
comunicación (puede que se quiera la acción del destinatario y se emita una
orden, puede que sólo se quiera informar de un acontecimiento, o suplicar o
prometer...), la información pragmática (del emisor pero también del
destinatario, que pueden determinar un enuncia¬do más o menos explícito) o la
distancia social que separa al emisor del destinatario. Por su parte, el
destinatario decodifica el enunciado al tiempo que lo conecta con su
información pragmática y la situación para reconstruir la intención del
destinatario en la interpretación.
Si ponemos por caso dos sujetos que inician un intercambio verbal en los
asientos contiguos de un cafetín, podremos visualizar de manera general el
proceso. Si el sujeto A hace una pregunta al sujeto B del tipo «¿puede pasarme
el azúcar, por favor?», sería totalmente inadecuado desde el punto de vista de
las convenciones comunicativas que B respondiera con una negativa o preguntara
para qué utilizaría el azúcar el sujeto A. Las normas de cortesía establecen
que el individuo A pueda dirigir este enunciado al desconocido B. Enunciado
que, de hecho, tiene como intención implícita del emisor ordenar una acción a
B.
El entorno y la situación comunicativa que comparten los sujetos permiten este
tipo de intercambio, cosa distinta sería si estas personas se encontraran en un
ascensor. Asimismo el emisor pone en práctica su información pragmática para
saber que este tipo de enunciado es adecuado en este contexto y que tiene un
alto índice de probabilidades de que su enunciado sea interpretado
correctamente gracias alas convenciones sociales. El emisor presupone, dado lo
típico de la situación, que el destinatario podrá reconstruir su intención
adecuadamente y entender el enunciado como una orden hecha de forma cortés a un
igual. Por supuesto que la complejidad de las operaciones reseñadas
anteriormente varía según la densidad de los enunciados y el tipo de código utilizado.
Notas:
(1) Material tomado de Adriana Cabrera y Neneka Pelayo. Lenguaje y
Comunicación. Libros de El Nacional. Editorial CEC, Caracas, 2002.
(2) La Gramática Generativa Transformacional es una teoría lingüística de
carácter innatista, en el sentido de creatividad del lenguaje. Su máximo
representante, Noam Chomsky, sostiene, en general, que todo hablante posee una
gramática de su lengua y es capaz de generar según su competencia, o capacidad
de uso de su gramática, actuaciones lingüísticas infinitas.
(3) Cuando habla de representación social de la realidad se hace referencia a
una construcción que, además de social, es, al mismo tiempo, individual. De la
manera como nos representamos la realidad en este sentido, surgen los roles y
las prácticas que asumimos en comunidad. La representación social de la
realidad se construye intersubjetivamente a través de la comunicación y de la
interrelación con los medios y los discur¬sos institucionalizados, y, de hecho,
se erige en un discurso de múltiples instancias de enunciación más o menos
coincidentes.